Chantaje, coacciones, clientelismo, enchufismo. Esto es lo que nos
encontramos en una diputación gobernada por unos dirigentes de un partido en
decadencia. Políticos, los del PP, que han sufrido y practicado en sus propias
carnes lo que son las luchas descarnadas internas. Y de aquellos polvos, estos
lodos; de aquellas luchas fratricidas entre campistas y ripollistas quedan los
estertores de estos dirigentes, que creen que su herencia y cultura política
pueden exportarla también a sus adversarios políticos, imponérsela. Y no hablo
de las primarias del PP, sino de un mecanismo o una genética propia de los
populares que les impide aceptar lo que a todas luces sería de justicia. Y que
les permite, además, mantener como rehenes a 141 municipios de la provincia de
Alicante paralizando un plan de obras sostenibles de más de 30 millones de
euros que corresponden por ley a la ciudadanía.
El Sr. Cesar Sánchez sólo tiene una preocupación: salir bien en las fotos y
vídeos propagandísticos de la Diputación. Se propuso en la investidura ser el
azote al Gobierno de la Generalitat bajo el viejo paradigma del alicantinismo
político, ese que nos enfrenta a Valencia. El resultado es que ha acabado, por
un lado, siendo un dirigente incapaz de gestionar el dialogo, el consenso o la
colaboración con el diferente; y por otro, convirtiéndose en una caricatura de
aquella película de Luis García Berlanga, Bienvenido Mr. Marshall.
En el filme de nuestro director de cine más insigne, las bondades
económicas que traían los americanos pasaron de largo en una España necesitada
de inversión. No cayó ni un dólar en suelo español de toda la lluvia que regó a
una Europa destrozada por la guerra contra los nazis y el fascismo. Como no cae
ni un euro en los pueblos alicantinos que dice defender el PP por encima de
todo. Las subvenciones a los municipios se encuentran actualmente paralizadas
por puro chantaje y la negativa de un presidente con todo su equipo de gobierno
a repartir el dinero público con criterios objetivos e iguales para todos.
Y esta negativa a aprobar el paquete de ayudas se debe a que el
vicepresidente de Hacienda de la institución quiere tener un pabellón en el
pueblo del que es alcalde, Busot. A costa de todo y todos: la diferencia entre
Busot y el resto de pueblos alicantinos incluidos en el paquete de inversiones
congelado por el PP es que un alcalde que maneja las cuentas de la institución
provincial no quiere concurrir, como los demás, a las distintas convocatorias
existentes para obras y servicios. Quiere que le concedan un polideportivo
porque sí. Y ahí es donde el dedo de Sánchez, el dedazo, traza una línea entre
su vicepresidente y el resto de alcaldes. Busot tendrá un polideportivo gratis
porque Sánchez lo dice y el resto que se maten por las subvenciones en los
distintos programas de inversión.
Con lo que no contaba el PP es que se produce un agravio que, como mínimo,
ha llevado a una jueza a paralizar esta obra. Y esta paralización, el PP se ha
encargado de extenderla al resto de subvenciones, ayudas que corresponden a aquellos
pueblos que, al contrario que el del vicepresidente y Diputado de Hacienda,
concurren en igualdad de condiciones a las distintas convocatorias de la
institución.
O se aprueba la ayuda de Busot o no se aprueba ninguna, dice el PP. La
paralización de las subvenciones a los municipios es, por tanto, puro chantaje.
Y Compromís contesta: si el Vicepresidente de Hacienda quiere tener un pabellón
en su pueblo, como otros municipios de la provincia, sólo tiene que concurrir
como los demás a las distintas convocatorias existentes para obras y servicios.
Si el PP ahora quiere invertir en instalaciones deportivas hágase un programa
de inversiones para este fin y que todos aquellos municipios que lo necesitan
concurran y se otorguen según las necesidades y criterios previamente
establecidos.
Se puede ser justo en esta vida tan compleja. Administrativamente es fácil:
basta con establecer unos criterios objetivos para todos los pueblos. No
inventamos nada, simplemente decimos lo mismo que aquellas administraciones que
saben perfectamente que el dinero es de la ciudadanía, a la que corresponden
los mismos derechos sin importar en qué pueblo viven o quién es su alcalde. Es
puro sentido común. En este país, cuando el dinero público circula sin ton ni
son ya sabemos dónde acaba.
Pero al PP de la Diputación de Alicante y de esta provincia
le interesa poco eso. Su único objetivo es que este grupo se arrodille y retire
de la vía judicial la denuncia que interpuso este grupo contra la subvención de
Busot, que entendemos clientelar, caciquil, a la carta. El PP utiliza el
retintín de que Compromís se quiere cargar la diputación como válvula de escape
para no asumir su responsabilidad en este asunto, como en otros y como siempre.
Pero lo que sí debe entender el PP es que hoy las diputaciones son
administraciones decimonónicas y con una grave carencia de legitimidad
democrática.
Desde luego, no depende de Compromís su transformación o integración en las
instituciones autonómicas tal como estaba previsto en la Constitución, ni
siquiera su desaparición. De igual modo que no depende aprobar el plan de
inversiones, el PP tiene suficientes diputados para hacerlo sin Compromís. Lo
que sí podemos hacer es que al menos quienes dirijan esta institución sean
personas honestas, transparentes, que rindan cuentas, sin tics clientelares,
sin chantajes, sin enchufar a sus amiguetes y que no apunten a funcionarios en
investigaciones judiciales como en el Caso Fitur Costa Blanca cuando son ellos los que han
de dar un paso al frente cuando la Justicia investigue. En eso estamos, en
convertir esta Diputación, mientras exista, en una administración propia del
S.XXI, aunque al PP le moleste.
PD. ¿Dónde estaban y están los del PSOE en la Diputación? Recordatorio: la
legislatura empezó en julio de 2015, sólo falta un año para acabarla.
José Manuel Penalva Casanova. Portaveu adjunt Grup Compromís Diputació d'Alacant
NOTA: Publicado en el diario Información el pasado 2 de julio.

Comentarios
Publicar un comentario